Los polacos nos recibieron como si hubiéramos venido a visitar a la familia…

Me desperté el miércoles, sonó el teléfono, eran más de las 6 de la mañana. Mi hermana dijo que escuchó algunas explosiones.

Llamé a mis padres y mi padre me confirmó que él también había oído explosiones. Mi hermana me dijo que hiciera la maleta y dejara el piso porque era peligroso, porque la guerra había empezado”, dice Tatiana, una residente de 38 años de Zhytomyr que, junto con Anna y Joanna, encontró refugio en el Seminario Teológico Salesiano de Cracovia.

Anna (38) y  Joanna (19) son de Donbass, del pueblo de Makiejka, cerca de Donetsk. Durante los últimos años han vivido en Zhytomyr, donde Asia estudió economía en la universidad local.
– Fui al trabajo para recoger mis cosas. Por la noche estuve en casa de mi hermana, que vive cerca del aeropuerto. Oímos el sonido de los aviones y helicópteros que se acercan. Nos enteramos por la televisión de que había una guerra. Al día siguiente fuimos a casa de mis padres, que vivían en un chalet y tenían un sótano que habíamos adaptado como refugio en caso de ataques aéreos y bombardeos. Durante el día se oían varias veces las alarmas antiaéreas” – recuerda Tatiana y describe cómo era su camino hacia Polonia.

– Les ayudaron los salesianos de Zhytomyr, que organizaron el apoyo – Salimos de Zhytomyr el viernes hacia las 15:00 horas hacia Bóbrka, donde llegamos después de la medianoche. Allí pasamos la noche con los salesianos. A las 4 de la mañana, después de la Santa Misa, nos dirigimos hacia la frontera. Unos 20 km antes de la frontera, cuando empezó un atasco de coches, fuimos a pie. Cruzamos la frontera con Polonia después de las 7 de la tarde y llegamos a Cracovia antes de la medianoche.

Tatiana, al igual que otros miles de refugiados, aunque ha encontrado un refugio seguro en nuestro país, vive en constante temor por sus seres queridos que se han quedado en Ucrania. Lo que más teme es por sus padres, su hermana y su cuñado, así como por los hijos de su primo, que luchan en Donbass y tienen poco más de 20 años.

Durante su estancia en Polonia, Tatiana y sus amigos quieren ayudar a sus compatriotas en lucha. Inmediatamente después de su llegada, el domingo, Tatiana estuvo junto a los voluntarios del voluntariado salesiano en una jornada completa de animación misionera en una de las parroquias, donde compartió su testimonio. – En la última Santa Misa no pude soportarlo y rompí a llorar”, recuerda.

Todas las mujeres aprecian mucho el apoyo que ellas y sus compatriotas reciben en Polonia. – Me sorprendió mucho que los polacos nos recibieran como si fuéramos su familia. Nos dieron comidas y bebidas calientes. Lo que me molestó fue el largo tiempo de espera en la frontera. Había muchas madres con niños en la fila, y no era fácil para ellas estar de pie en el frío durante tanto tiempo, especialmente porque no había instalaciones sanitarias en muchos lugares. Estoy contenta y agradecida a todos los que nos han ayudado.